El niño, desde su origen, la unión de dos células sexuales, hace el mismo
camino que ha hecho la vida dentro del planeta. Hay un momento en su desarrollo
en el que tiene un cerebro reptiliano y más tarde un cerebro emocional, y
finalmente el cerebro de la planificación y la toma de decisiones. Esta parte
del cerebro que se desarrolla más tarde es también la que aloja importantes
rasgos de la personalidad.
En la etapa infantil y durante la educación primaria
la parte nombrada, es decir, el lóbulo frontal, que todavía está madurando,
está muy expuesto a las aportaciones del ambiente: Los mensajes dejan su
huella. Las tensiones emocionales también. Y las drogas y los contaminantes
pueden dañarlo.
Ahora sabemos que mientras la parte del cerebro mencionada no esté totalmente
madura la protección debe ser mayor: Vamos con cuidado con los mensajes
sexistas, racistas, y también nacionalistas. Procuramos que el niño no sea
maltratado y tenemos planes o programas para luchar contra este problema. Y
también hay varias iniciativas para combatir el consumo de drogas. Y se intenta
que las escuelas no estén donde la contaminación es excesiva.