Del mismo modo que hay
desinformación por defecto y desinformación por exceso. Con la nutrición pasa
lo mismo. Sobre la información hay que decir, que ahora no nos falta
información, Más bien, el exceso nos ahoga, nos desorienta, nos desinforma.
Entre la gente que sufre la confusión derivada de la sobreinformación, es
frecuente oír cosas que no favorecen la interacción. Cuando se habla de
alimentos: "Si hacemos caso, no podremos comer de nada!". Cuando se
habla de política: "Todos los políticos son iguales". Cuando se habla
de corrupción: "En todas partes cuecen habas". Cuando se habla de
educación: "Una bofetada a tiempo no hace daño!". (..).
La sobreinformación y la
confusión derivada, es más frecuente entre los desfavorecidos. Pues en sus
entornos, abunda la información de baja calidad y escasean las personas que
ayudan a filtrar. (...). Sobre la nutrición hay que decir, que ahora no se
habla mucho de desnutrición. Ahora se habla de sobrepeso y obesidad. Un
sobrepeso que como la sobreinformación es más frecuente entre los pobres. Pues
los alimentos pocos saludables abundan y son más baratos. Y en esos entornos,
hay pocas personas que ayuden con el ejemplo y con sus palabras. (...).
Resumiendo: Al pobre le resulta difícil, seleccionar la información más válida.
Y también le resulta más difícil acceder la alimentación más saludable.