Nos preocupa la salud.
Consumimos alimentos sanos, evitamos la vida sedentaria, y huimos de los
entornos contaminados. Y escuchamos con atención todo lo que se dice o escribe
sobre salud. Los mensajes "Sin sal", "Sin azúcar",
"Sin gluten", "Sin grasas", o "Sin aditivos" nos
resultan muy significativos. Y además, nos preocupa tanto la salud, que
intentamos ser felices, pues, nos han dicho que la felicidad nos hace más
fuertes contra la enfermedad y nos alarga la vida.
En este ambiente crece la agricultura ecológica y
aumentan los comercios que ofrecen estos productos. Hay más gimnasios y los
ayuntamientos ofrecen más espacios para caminar. Incluso, en muchas plazas
encontramos aparatos, para activar el cuerpo. Y además crece la oferta de
terapias pretendidamente milagrosas sin base científica. Y los laboratorios nos
bombardean continuamente con sus anuncios.
La salud nos importa. Hay tanta información, que cuesta separar el grano de la paja. Por eso, tal vez, deberíamos defender una sanidad pública mejor financiada, y mejor diseñada. Una sanidad que defienda nuestra salud y que nos proteja del exceso de información y de la falsedad. En el marco de esta preocupación, he encontrado en la prensa dos artículos muy interesantes: a) Si las familias se implican los enfermos de la UCI mejoran. (LaVanguardia,30-11-17). b) Los Médicos piden control sobre los anuncios de Terapias Alternativas a la Arrixaca de Murcia. (LaOpinion, 5-12-17).
La salud nos importa. Hay tanta información, que cuesta separar el grano de la paja. Por eso, tal vez, deberíamos defender una sanidad pública mejor financiada, y mejor diseñada. Una sanidad que defienda nuestra salud y que nos proteja del exceso de información y de la falsedad. En el marco de esta preocupación, he encontrado en la prensa dos artículos muy interesantes: a) Si las familias se implican los enfermos de la UCI mejoran. (LaVanguardia,30-11-17). b) Los Médicos piden control sobre los anuncios de Terapias Alternativas a la Arrixaca de Murcia. (LaOpinion, 5-12-17).